Establecer límites claros y firmes es una verdadera inversión a largo plazo, donde salimos todos beneficiados. El niño que crece con límites se adapta mejor a cualquier situación y cambio que tenga que enfrentar, le es fácil liderar o ser liderado y sobre todo sabe que ajustándose a las reglas podrá desarrollarse mejor en todos los ámbitos en que se inserte.
Un niño con límites será un adolescente que sabe decir que NO, a las situaciones nuevas que no le convienen. Y si dijera que sí, es más fácil rescatarlo, que aquellos que crecieron sin límites firmes y claros.
¿Y como ponemos límites? hablando claro y sobre todo cumpliendo lo que se ofrece. Asegúrese de que el niño le está entendiendo lo que le pide y también las consecuencias que obtendrá, tanto si las cumple como si no.
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